Son un producto 100% natural que se extrae de algunas plantas o árboles, ya sea por destilación con agua o vapor, o por destilación seca, como en el caso de los cítricos.
Si bien son muy concentrados, son productos frágiles, volátiles y alterables con la luz. Pero no son solo una fragancia. Desde la antigüedad los aceites han sido parte de preparaciones alimenticias y curativas, pero también parte de las prácticas espirituales de muchas culturas y religiones.
Pueden administrarse no sólo a través de la vía olfativa, donde su potente aroma conecta directamente con nuestras emociones, sino también a través de la piel. Es por esto que incluimos los aceites esenciales, este magnífico regalo de la Madre Tierra, en la elaboración de nuestros productos cosméticos: para que sus propiedades sean absorbidas por nuestra piel y lleguen a todo nuestro cuerpo.
Cada aceite esencial tiene muchísimas propiedades terapéuticas, no obstante, es importante tomar algunos recaudos, como no excederse en la cantidad necesaria, recordar que hay algunos aceites que no están aconsejados para embarazadas o niños, y que algunos son fotosensibles, por lo que con la exposición al sol pueden producir manchas en la piel.
(Rosmarinus Officinalis).
Desde siempre las rosas han sido un símbolo de amor y pasión, pero también se le han encontrado beneficios para la piel, la salud y el estado de ánimo.
Hay muchos tipos de rosas y sus propiedades dependerán del tipo de que se trate. El más conocido y utilizado en fitoterapia es la rosa silvestre (Rosa canina) o la especie afín de oriente (Rosa laevigata), cuyos frutos son una fuente enorme de vitamina C. Se utilizan como tónico energético.
La rosa damascena se destaca ya que es conocida por sus propiedades nutritivas, hidratantes y por proteger la piel. Además, está indicada para combatir el acné, manchas e irritación, y su aroma tiene un efecto calmante.
Por supuesto no debemos olvidarnos de la rosa mosqueta (Rosa rubiginosa) y sus grandes beneficios para el cuidado de nuestra piel que ya hemos nombrado en otra publicación.
A nivel espiritual las rosas se asocian con la sanación, amor hacia uno mismo, reconciliación, recuperación, habilidades psíquicas y buena suerte.
La lavanda es una de las plantas aromáticas más valoradas por su belleza, perfume y usos medicinales. Su aroma inconfundible ha convertido a esta planta en la joya por excelencia de la aromaterapia.
La lavanda, como planta medicinal, tiene infinidad de usos: antiséptico, analgésico, regenerador celular, sedante, ayuda a atenuar los síntomas de los resfriados, entre otros.
También es muy utilizada como antiinflamatorio, sobre todo en procesos de reuma o artritis, ya que la lavanda ayuda a relajarse y calmar el dolor, siempre y cuando se emplee el aceite esencial que se extrae de la planta. Es importante para nuestra salud que el aceite esencial que usemos sea de alta calidad para un resultado eficaz.
ACEITE ESENCIAL DE LAVANDA (Lavandula angustifolia)
En una publicación anterior les compartimos información sobre la flor de lavanda, y hoy les contaremos por qué el aceite esencial de esta flor es uno de nuestros preferidos. ¡Es el que siempre se nos acaba primero!
En lo que a emociones respecta, este es el aceite de la comunicación. Ayuda a las personas a expresar sus verdaderos sentimientos. A superar el temor a ser visto y oído. A través del espíritu valiente de la lavanda logramos la libertad de compartir nuestro verdadero Yo con otros.
Estas son algunas de sus acciones terapéuticas:
Este árbol no sólo es una belleza. De su fruto se obtiene un aceite que ofrece una infinidad de beneficios, y ello se produce gracias a una composición basada en grasas monoinsaturadas, como es el caso de los ácidos linoleicos, como son el omega 3 y 6, el oleico, el palmítico o la vitamina E. Hablamos del aceite de almendras cuyas potenciales virtudes se obtienen tras aplicarlo de manera externa en la piel o el cabello.
¿Qué beneficios tiene?